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Unas manos suaves, una voz que susurra que no me voy a morir, un abrazo esporádico, charlas nocturnas, besos de una madre, placajes de un equipo, risas de mis hermanos... Remedios temporales que debo aprovechar al máximo.
Hoy he descubierto que hay manos que tienen poderes mágicos. Que amansan a los demonios de mi cabeza y que me da miedo soltarlas. Jamás pensé que el contacto con otra persona fuera a detener mi mundo, ese que se mueve tan frenéticamente. Cuando cogi su mano las voces de mi cabeza se callaron, y en seguida supe que había encontrado una medicina mejor que los ansiolíticos y los antidepresivos juntos. Las manos y la mirada tranquilizadora de una persona que lo más probable es que sea mi nuevo amuleto. Quiero más tardes de viernes donde poder callar las voces de mi cabeza solo con tocar sus manos.
Aunque creerá que estoy loca. Que en realidad es así.
Las manos, mi sustitutivo de orfidal. Quién lo iba a decir eh.
Estoy llena de miedo. Creo que me estoy volviendo como tú. Jamás desee tal cosa.
Demasiada información que procesar en muy poco tiempo. Voy a estallar.
Deja de pensar ya, te estás consumiendo.
Que me maten y me entierren ya. No lo soporto, no puedo vivir con esta tristeza, no quiero seguir triste, pero no quiero falsa felicidad, estoy harta de la felicidad superficial, de la conformidad, del estar bien solo por no estar mal. Parece que estamos obligados a ser felices. No soporto la tristeza pero aun menos soporto reírme sin ganas, estar con gente que no quiero, hacer cosas que no me llenan...
Quiero dormir eternamente, bajo las sabanas, donde nadie ni nada puede hacerme sentir cosas que realmente no siento. Donde este solo yo y lo único auténtico que me queda, mi tristeza y mis ideas elevadas que se me escapan a cada suspiro que doy.
Ahora escribo en un cuaderno muy pequeñito todas las cosas que quiero ordenar en mis pensamientos. Lo llevo siempre encima, aunque much...