Ya se fue, ya murió. He perdido la viga maestra de mi vida. Me esperan largos y dolorosos meses de silencio y... Nada.
Cuando mi estómago se asiente, me deje de doler la cabeza y las manos dejen de temblarme, escribiré algo más sobre él.
Y hoy ha sido llorar, llorar, y llorar. Y dolor de estómago.