jueves, 29 de marzo de 2012

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Considero mis sueños una parte muy importante de mi día a día. Bueno, de mi noche a noche. A veces tengo sueños que no quiero volver a tener en mi vida, pero otros por el contrario, cuando me despierto, me deprime saber que no volveré a soñarlos hasta vete tu a saber cuándo... Intento dormirme de nuevo, pensando muy fuerte en ello, pues leí una vez, que los sueños se pueden controlar. Podemos elegir con lo que soñamos. Solo tenemos que pensar en ello, antes, durante y después de que nuestro inconsciente se apodere de nosotros; antes de caer en el sueño profundo. Lo llevo intentando desde que leí ese artículo hace un par de meses, y solo me ha salido dos o tres veces. Me hace gracia cuando me reprimo en mis sueños, pensando que si hago algo será decisivo... Pero no caigo que es un sueño, por muy lúcido que sea.
Hoy soñé que alguien necesitaba ayuda, alguien a quien conocía, a quien tenía mucho cariño, de quien estaba enamorada. Situación de polos opuestos que se complementan, pero con desesperación de por medio. Es cierto que me siento importante ante gente que necesita ayuda desesperadamente, pero no saben que me trastornan, me paralizan, me vuelvo débil y como siempre me ha pasado, hago míos sus problemas.
Siempre he sido así, y es algo que últimamente estoy intentando corregir. Me estoy volviendo egoísta, con tal de no caer en el agujero de nadie. Y lo estoy consiguiendo. No se si eso me alegra, o me deprime más todavía.

No me canso de soñar con el chico de la cocaína. 

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Hoy me dieron mis notas de la segunda evaluación. 10, 9, 9, 9, 8, 7, 7. Pero llevo todo el día apática, insensible, triste y diría que un poco cabreada. Mi profesora me ha soltado la perla de que voy de sobrada y a mi lo hago todo a mi bola. Pero mi cabreo empezó esta mañana. Es rutinario que últimamente me levante de mal humor y siga así todo el día. No consigo encontrarle una explicación. Cuando siempre le estoy buscando explicación y motivo a todo. Me da rabia no saberlo y me enfurezco más.
A cada día que pasa cumplo más el perfil del típico personaje de película: viejo huraño y mal humorado, que prefiere estar solo y dedicándose a su hobby, y que la causa de su triste, solitaria e insípida vida es la falta/ pérdida de alguien realmente importante para él.
Cumplo todo el perfil, excepto por que no soy vieja. Pero como si lo fuera. He envejecido de golpe, de un año para otro. Estoy esperando al año que viene para rejuvenecer.
También es verdad que me he vuelto una llorica. Con cualquier idiotez lloro. Los recuerdos son así de hijoputas.

Matadme, no puedo seguir así. Te echo muchísimo de menos.




Última llamada

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Ahora escribo en un cuaderno muy pequeñito todas las cosas que quiero ordenar en mis pensamientos. Lo llevo siempre encima, aunque much...