domingo, 21 de febrero de 2010

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Todos mis domingos se vuelven grises. No recuerdo ninguno que terminase bien. Ya sea por que algo pasó, algo pasa, o algo pasará.
Los domingos son los dias perfectos para encerrarte en tu habitacion con tus paranoyas, dejar que pase el dia de largo y dedicarte a no hacer acto de presencia, por que si es domingo, siempre hay algo que lo fastidia todo.

Y tengo todo el derecho del mundo de poner mala cara. Esto ha sido el golpe de gracia.

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Ahora escribo en un cuaderno muy pequeñito todas las cosas que quiero ordenar en mis pensamientos. Lo llevo siempre encima, aunque much...