No entienden nuestro afán por ser niños y adultos a la vez. Ser rufianes y caballeros, románticos que se atreven a cualquier cosa a cambio de una nueva sensación. Lanzarnos al vacío por el mero hecho de querer volar.
No es el sentido de nuestras vidas lo que nos interesa si no una vida llena de sentidos, sensaciones, sentimientos, una vida repleta de colores y formas, que no vienen a cuento, pero que están ahí por que si, sin más. Como salido de la nada.
Por consiguiente, ya estamos muertos.