Era como un pajaro. Como uno muy grande, lleno de colores y energia. Volaba, batia mis alas con fuerza, disfrutando de cada corriente que me colocaba entre lo terrenal y lo celestial. Atravesaba las nubes sin piedad y los rayos del sol se abrian como suaves y calidas cortinas ante mi vuelo. Respiraba el aire puro y dulce que solo se respira entre los montes, alimentando mis ojos de preciosos campos de miel y aceituna. Me reia de quienes solo sabian andar y resoplar, mientras mis alas resplandecian con cada uno de mis movimientos.
Ahora aferro con fuerza y resignacion la barra de madera bajo mis garras. Y clavo mi furiosa y, al mismo tiempo, triste mirada en las rejas, frias como el hielo. Con la esperanza, de que la puerta de esta asfixiante jaula vuelva a abrirse y a permitirme retomar el vuelo. Un delicioso y efímero vuelo que me duele recordar.
Claustroflonelyness. Y lloré. No por ti, ni por ellos. Por recordar.
Odio la ciudad.
Me a encantado conocerte, ya cuento los dias que quedan para volver a estar junto a vosotros ^^
ResponderEliminarTal vez llegue el dia en que el vuelo deje de ser efimero, y saborearemos el dulce nectar del aire mientras batimos nuestras alas :P
Tienes potencial, estamos destinados hacer cosas grandes, la ciudad puede cambiar a nuestras anchas y volverse un precioso paraje, nunca lo olvides :D
TQ!!! BsSS!!