Hace tiempo ya, desde la última vez que hablé de algo parecido a esto. Le echo la culpa al pensar demasiado y al dejarme fascinar por cualquier cosa.
Mañana será un día en el que ojalá nadie me pida hablar, pero se que no será así. Si, en ocasiones me gustaría no tener a nadie en quien apoyarme, sentarme donde tenga que sentarme y meditar en silencio.
Y a pesar de que eres inmortal, no te da la gana de intentarlo. Crees que como tienes una eternidad para corregirte, también la tienes para arriesgarte.
El llegó con tres heridas. La del amor, la de la muerte, la de la vida...
Crepita el alma, la ira. El llanto relampaguea,
Rayo de metal crispado fulgentemente caído.
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