domingo, 15 de mayo de 2011

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Cada vez que abro ese libro se me encoje el corazón. Doy las gracias a lo que sea que fuera por no haber sufrido ni la Guerra Civil, ni la posguerra ni nada de eso... Tiene tantísimas frases y reflexiones ese libro, que me resultan bellas, profundas, tiernas y melancólicas... Pero no puedo aplicarlas a mi vida, ni a un aspecto siquiera. Es tanta tristeza, tanta desesperación, que seguramente, solo la guerra es capaz de sacar a relucir en las almas más duras y varoniles. 

Seguramente hubiera pertenecido al bando republicano... Y seguramente me habría suicidado en una de esas prisiones en las que clasifican presos como manzanas. Por que a mí, no me mata ni dios. 

Tal y como hoy, he demostrado.




Los girasoles ciegos






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