miércoles, 21 de julio de 2010

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Quizás esta sea la ultima entrada hasta dentro de un mes por lo menos.
Porfin me voy.
Llevo deseandolo semanas.

Irme al campo, con la familia, las ovejitas y las golondrinas. Sin internet claro está, sin telefono fijo, con menos cobertura que un campo de girasoles y teniendo amaneceres y atardeceres sin interrupción.
Creo que yo debi de vivir en un pueblo, o nacer alli al menos. Pero no un pueblo de tres mil habitantes, con su supermercado y sus bares... Me gusta mi pueblo, es una aldea de apenas 500 habitantes. Son tres calles atravesadas en mitad de la nada, a 113 kilómetros de la civilización y la tecnologia.

Me gusta despertarme por las mañanas con el ruido de las golondrinas que anidan bajo el tejado junto a la ventana. O simplemente no dormir en toda la noche, y pasarmela asomada a la ventana viendo estrellas de todas clases. Comer y cenar con toda la familia, como a mi me gusta. Con los perros correteando bajo la mesa o poniendote caritas para que les des algo. Pelearte con tus hermanas o primos para ver quien come más cerca de la tele.

Por las tardes matar el tiempo en tu habitación, con el ordenador, sin internet, o simplemente pintando, o intentando controlar a los ocho o nueve primos que no superan los 7 años y que quieren que les enseñes a jugar a los sims. Y antes de que se vaya el sol, pasear por las colinas de alrededor, las carreteras, acercarte al pueblo de al lado a comprar algo de alcohol que siempre será tinto por que otra cosa no hay más práctica y beber con la una amiga que tienes allí, a la cual no ves el resto del año.
Pasar algunas tardes en el pantano de sierra boyera, haciendo picnic, pescando o nadando con tu familia.

Por las noches despues de cenar, que vayan a buscarte a tu puerta cuatro locos para pasar el rato. A comprar pipas al unico bar-super-ayuntamiento-saladejuegos-puntodencuentro-recreativos-restaurante-tiendadesouvenirs-saladereuniones-atenciónalcliente-servicioturistico que está en la calle por la que tienes que pasar quieras o no quieras para entrar al pueblo. Ir a los columpios y como siempre, aguantar a los cuatro gilipoyas (por que siempre hay 4 gilipoyas en todos los pueblos, por regla general de supervivencia) y montar alguna que otra batallita.
Cojer la bici por las mañanas y dar vueltas (que es lo unico que puedes hacer) por las cuatro cuestas que forman las cuatro calles más paseables.

Si quieres algo tienes que encargarselo a quien vaya a comprar al pueblo de al lado, y es como si pasara el tren, o lo dices, o hasta la semana que viene. Echar la siesta en una amaca en mitad del huerto, entre las cocheras. Ver como tu abuelo mete y saca a las ovejas del corral para cuidarselas a los vecinos y meterte para hacerlas rabiar. Llamar a Chica, y que se hacerque agachando las patitas de alante, como lleva haciendo 11 años para dejarse sobar al sol, que le encanta.

Dios mio, quiero irme ya. Y olvidarme de que existe la ciudad. Volverme amnésica.



Os echaré de menos. Sobre todo a ti. Aunque tenga prisa por irme. Deberia llorar, tengo ganas.

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