Temia que no viniese. Que me dejase alli sentado, esperandola eternamente a los pies del viejo teatro. Solo tenia que aparecer por el fondo de la calle, para terminar con mi agonia. No lo soportaba mucho más. Era mi corazón lo que me hacia dudar de mi estabilidad sentimental.
No iba a venir. O quizás si.
No lo sabia, pero tampoco queria buscarle la lógica, porque intuía que eso me llevaria a la verdad, que no queria ni pensar.
A mis espaldas, de tras unas altas y viejas puertas de madera, con desconchones color marrón, sentia como si alguien se riese de mi. Cada dos por tres, miraba por encima de hombro, para asegurarme que no habia nadie detrás de mi, partiendose de risa a costa mia. De mi incredulidad. ¿Acaso creias que lo iba a dejar todo por ti?
Si, ya lo creo que si... Me lo creia, y no quise atender a razones, cuando me dijeron que no iba a ser asi.
Me levanté con resignacion, y caminé unos tres o cuatro metros hasta llegar a la acera. Una vez alli, volvi a revisar ambos extremos de la calle... Pero nadie aparecia. Como era lo normal, un domingo a las siete y media de la mañana.
El tren con destino a una nueva vida, salia a las seis. Y yo seguia esperandola. Si, quizás tenia la estúpida idea de que aún podiamos coger el siguiente tren.
Me siento en el borde de la acera y cruzo mis manos, buscando la calma.
Otra vez, esa sensacion de que se estuvieran riendo de mi, a mis espaldas. Me giré por enésima vez, pero tan solo volví a toparme con la fachada del antiguo y ruinoso teatro. Ahora que lo miraba con detenimiento... Era un teatro bonito. A pesar de llevar décadas abandonado, todavía conservaba esa elegancia y glamour que un teatro del siglo diecinueve impone. Con el paso de los minutos, girado hacia él, me iba dando cuenta de lo demacrado que estaba. El letrero, que en su tiempo era de losetas amarillas y azules, con ornamentos color verde, estaba a cachos, y con dificultad alguien podia leer Gran Teatro Berniere. Anteponiendose a la voluminosa puerta, un par de columnas de estilo dórico se alzaban sosteniendo una parte del segundo piso, que seguramente contendría más asientos y palcos, desde donde en un pasado no muy lejano, se veian las representaciones.
Lo que daria por entrar ahi y no salir jamás. Por sentarme al borde del escenario, si es que aun seguia en pie, e inspirar toda la experiencia que aquel lugar pudiera contener.
¿Qué habria hecho en mi situacion?
Espera, si es un teatro. Él no ha estado nunca en mi situación...
Me reí de mis propias conclusiones volviendo la vista a la carretera. De nuevo nadie aparecía por los extremos de la calle. Cojí aire y me resistí a pensar lo peor.
Si por lo menos hubiera podido mentener la calma, todo hubiera terminado antes.
Con resentimiento, volvi a dirigir mi vista hacia la portada del teatro y otra vez, volvi a inundarme de ese sentimiento de ridiculo que me embargaba cada vez que le miraba. Seguro que si hubiera podido decirme algo, me hubiera dicho cosas como vete, ella no vendrá. estás perdiendo el tiempo...
Pero era tan cabezota que me negaba a pensar esto. Queria hacer oidos sordos a mi conciencia.
Podriamos haber quedado en otro sitio. No se. La estacion directamente.
Este sitio me hace sentir un fracasado... Pero qué digo... ¿Acaso él no fracaso tambien?¿no lo abandonaron, lo cerraron y lo han destrozado...?
Pero... Tenia que reconocerlo. Él seguia en pie. Igual de elegante, imponente e indestructible que hará cien años... Quizás deba aprender de él. ¿Cuántas veces no habrá esperado más de lo que dió? O más de lo que recibió. ¿En cuántas ocasiones, no habrá querido derrumbarse y desaparecer? Despues de las innumerables representaciones, musicales y eventos que habrá albergado durante años...
Y miralo... él sigue en pie...
Viendo que mi reloj marca las ocho, decido darme por vencido. No, no vendrá. Contemplé el poderoso edificio, como el hijo que mira a su padre tras haber corroborado una advertencia. Sonrei. Quizás tenga que echar yo tambien el cierre. Pensé con resignacion.
Y lo eché.
Desde aquel dia, no he vuelto a abrirle las puertas a nadie. Abandoné mi corazón y de vez en cuando, alguna persona con necesidad de techo, se resguarda bajo el pequeño porche, en la entrada, donde pasa un par de noches, las suficientes, para que luego pueda seguir su propio camino.
Es posible que los dos estemos mejor asi. Mejor vacios de gente, que llenos de espectáculos, comedias, teatros y canciones conmovedoras acompañando a musicales lacrimógenos. No quiero dar pie de nuevo a otro drama.
Mejor asi vacios e indestructibles.
Podria escribir los versos más tristes esta noche... Pero me duele la cabeza.
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