Tengo fe en que llegará esa gran luz que me ciegue y me haga creer de nuevo en la realidad. Ahora solo creo en demonios guardianes, quimeras, bailarinas con vestidos hechos de flores, ciudades llenas de amor y lluvia, mucha lluvia, paseos interminables, de día, de noche, atardeceres, en sueños, con música que baila con el viento, en la memoria de los desconocidos y en las nubes, los pájaros y las raíces profundas que se alzan en el infinito; creo en las primeras oportunidades, en la suerte de los tontos, en las habitaciones con puertas a las estrellas, creo en los misterios más allá de los pigmentos y en el brillo que desprende la piedra de más de diez mil años, el cielo fluyendo bajo mis pies, personas que no entienden la ironía, dolores de piernas, de pies, de espalda, besos de una madre que lo curan todo y limpian las manchas de café, las calles silenciosas en plena hora punta, en las guerras terribles que se libran en una noche y dejan sólo un muerto; creo en las personas que creen en fantasmas como yo.
Yo traigo la fantasía y es en lo único que creo. Qué difícil se me está haciendo el día a día, cuando no veo nada que transformar, nada que crear, nada que imaginar. Que me estoy quedando vacía y gris.
Lo siento, necesito que vuelvas.
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