Hace mucho tiempo que no escribo. Que no te hablo. Este blog se ha convertido en una especie de medio a través del cual hablar contigo y conmigo. En parte no he aparecido por aquí porque he tenido un dedo roto y en parte porque no he tenido tiempo de respirar.
Pero mira, te cuento cosillas asi medio importantes que han pasado estos dos meses. Jugué en Córdoba contra Jaén y ensayé cuatro veces. Bueno, valieron tres, en una se me cayó el balón. Ese día fue pletórico, y me temo que no sabría decirte la fecha, no se me ha quedado grabada maldita sea. Tengo mala memoria para algunas cosas.
Para lo que no tengo mala memoria es para decirte el día que me rompí el dedo, también jugando contra Jaén, en Jaén, un precioso sábado 13 de Diciembre. Y su consecuente operación el día 18. Qué terror. Qué pánico. Cuánto lloré de puro miedo. Y de pensar en el futuro próximo que me esperaba. Y que estoy sufriendo aún. Me operaron y me ensartaron en dedo con dos hierros a modo de tapón de sifón de botella de casera antigua. Ha sido una tortura. Ya no solo el dolor y las noches llorando de miedo porque no sabía qué me pasaba y porqué dolía tantísimo. Si y además me caí de bruces con los hierrecitos. En fin. No fue solo eso lo que dolió. Dolió echar por tierra meses y meses de trabajo de físico, rugby, entrenamientos, gimnasio, el parón (me había puesto hecha un toro, ¡levantaba 60kg en barra olímpica!) También dolió no poder dar el 100% de mi en nada todo este tiempo. Suena tonto cuando dices que no has podido hacer nosequé por que tienes un dedo roto, pero eso es así cuando nunca te has roto un dedo.
Como el año anterior, he vuelto a tener unas vacaciones y un diciembre convaleciente y con toda mi familia volcada sobre mí. Con lo que yo odio que la gente me mime, y me haga, y me pregunte, y esté todo el día encima mía. Con lo independiente que yo soy. Supongo y aunque suene a gilipollas, que el hecho de ser el centro de atención es otra de las cosas que más me han jodido de tener el dedo roto.
Increíblemente y tras dos meses de muy duro trabajo y sacrificio, he terminado el primer cuatrimestre de mi primer año de carrera sana, salva y con todo aprobado (¡Incluso Arqueología!). Y la semana que viene empiezo el siguiente cuatrimestre. Estoy muy muy ilusionada. Me encanta empezar de cero, asignaturas nuevas, profes nuevos, una carpeta nueva, y encima se acercará el calorcito y yo estaré de mejor humor cuando avance la rehabilitación y vuelva a hacerme asidua al gimnasio y a miralbaida (por cierto, mi equipo va viento en popa, ¡mejor que nunca! Te harían los ojos chiribitas si vieras lo que tenemos entre manos. ¡Qué niñas!)
En fin. Todo ha estado muy muy negro estos últimos meses. Salí del año con el pie izquierdo, volví a entrar con el pie izquierdo y vamos, no noté la diferencia. Solo que tuve que apretar el doble.
Fátima y Nerea están bien. Y Camacho también. O eso creo. Me temo que les he desatendido bastante desde que mi dedo reclama todo el protagonismo. Y estoy ya harta, la verdad, admito que no me gusta que me mimen, pero a mi me encanta cuidar de la gente y me da rabia no estar más con ellos, poder hacer cosas con ellos y en general hacer vida social como me gustaría. Por otro lado ellos están también peleando sus batallas y trato de apoyarlos todo lo que puedo desde mi posición. No puedo descuidar los tres regalos con los que me dejaste, ya sabes, tengo una responsabilidad para contigo.
Dame fuerzas, dame paciencia. Y transmiteme un poco de tu sabiduría y alegría, porque estoy a punto de colapsar. Ya te lo contaré otro día. Hoy solo era actualizarte y que sepas que todo va lo mejor que consigo que vaya. Estoy tirando de todo lo mejor que puedo, te lo prometo. Y tratando que no me duela el corazón.
Un fuerte abrazo estés donde estés, un beso y un hasta la próxima.
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